En esta página puede obtener un análisis detallado de una palabra o frase, producido utilizando la mejor tecnología de inteligencia artificial hasta la fecha:
Una montaña es una forma topográfica del relieve terrestre positiva, una eminencia natural que se caracteriza por su altitud y, más generalmente, por su altura relativa, o incluso por su volumen, pendiente, espaciado o continuidad.[2] Aparecen como parte de un conjunto —una cadena montañosa, sea cordillera, macizo, sierra...— o formando un relieve aislado.[Nota 1][Nota 2][Nota 3][Nota 4] No existe una definición única de montaña, un término que apareció en Europa entre los siglos X y XII, y son numerosos los localismos y regionalismos usados para describir este accidente geográfico, que puede referirse tanto a una cumbre empinada como a una elevación simple del terreno como una colina, así como al medio en su conjunto. Según sean los procesos que conducen a su orogénesis las montañas toman formas muy diferentes: desde escarpes de los márgenes continentales y rifts en dominios extensivos, hasta cadenas de colisión y plegamiento, pasando por arcos insulares con volcanes de tipo explosivo en las fases de subducción, sin olvidar el volcanismo de punto caliente del tipo efusivo o las intrusiones expuestas por la erosión. Con la isostasia, las montañas experimentan fenómenos de levantamiento y adelgazamiento de la corteza que finalmente conducen a su desaparición. Las cadenas montañosas más antiguas de la Tierra se remontan al Paleozoico, y cuanto más antiguas son, tanto más bajas y redondedas tendrán sus siluetas.
La proporción de tierras emergidas situadas a más de 1000 m sobre el nivel del mar es de aproximadamente una cuarta parte del total,[3][4] y el terreno montañoso comprende cerca del 33% de Eurasia, del 24% de América del Norte, del 19% de América del Sur y del 14% de África.[5] Un 10 % de la población mundial habita en regiones montañosas. Todos los ríos mayores nacen en áreas montañosas y más de la mitad de la humanidad depende del agua de las montañas, debido a que su purificación es más económica que el agua de mar; en zonas áridas y semiáridas, esta proporción se eleva a alrededor del 90%.[6][7]
El clima que experimentan las zonas montañosas —con temperaturas de promedio más bajas (5 °C/km de altitud) y precipitaciones más altas que las llanuras cercanas debidas a la altitud—, también juega un papel importante en su configuración. Ese clima específico —generalmente marcado por la estadificación altitudinal— y sus pendientes difíciles de acceder hicieron casi imposible su explotación humana intensiva, y ahora son la causa de que muchas montañas alberguen una amplia variedad de ecosistemas y una importante biodiversidad, aunque con un frágil equilibrio ecológico.[8] Muchas especies animales encuentran en ellas menos presión y algunos grandes mamíferos (caprinos, ciervos, llamas, lobos, osos, leopardos de las nieves, puma, vicuñas, yaks), se han convertido en sus emblemas. Alrededor del 30% de las áreas protegidas del mundo están en las zonas de montaña,[9][10] y aunque son una fuente indispensable de agua dulce, madera y minerales, siguen considerándose un hábitat hostil que requiere de esfuerzos de adaptación significativos por parte de las poblaciones humanas: las desigualdades son más pronunciadas en las montañas y los desastres naturales son más frecuentes en ellas.[4]
Las montañas han sido, y son, un elemento sagrado central de muchas religiones y creencias.[11] Para muchas, el aspecto más simbólico es la cumbre de la montaña porque se identifica como lo más cercano al Cielo,[12] en particular donde residen los dioses y los espíritus —como en el monte Olimpo en la mitología griega[13]— o en donde los santos y profetas encontraron a Dios y se consagraron a su obra[11][14] —como Moisés en el monte Sinaí en el judaísmo,[15] o especialmente Jesús en el monte Tabor o Mahoma en Jebel El Nour—. A veces la montaña se considera el eje del mundo,[12] como el monte Meru —a menudo identificado con el monte Kailash en el budismo, el jainismo y el hinduismo—, que hace de él la residencia de Shiva.[16] En algunos casos, la montaña sagrada es puramente mítica, como el Hara Berezaiti en el zoroastrismo. Los volcanes, como el monte Etna en Italia, también se consideraron sagrados, bien como hogar de dioses —el Etna era el hogar de Vulcano, el dios romano del fuego y la fragua— o bien como puertas de entrada al Inframundo.
Las montañas han inspirado durante mucho tiempo miedo a los seres humanos y siguieron siendo en gran parte desconocidas hasta los primeros estudios científicos serios en el siglo XV. A partir de ese momento, su representación artística se volvió más realista. En las zonas aisladas y vírgenes, la explotación maderera y minera supuso la apertura de pistas forestales y caminos y, a finales del siglo XIX, fueron el corazón del desarrollo de la energía hidroeléctrica. La llegada del ferrocarril, que logró atravesar las cordilleras más difíciles y que garantizaba las conexiones hasta en los inviernos más duros, supuso la gradual ocupación de las zonas más propicias. Después, fueron objeto de conquistas con el advenimiento del alpinismo y la fundación de los clubes de montaña. La moda de la estancias en sanatorios de montaña y del hidrotermalismo, llevó a las montañas a las élites y, ya en el siglo XX, con accesos más fáciles, a la afluencia masiva con el establecimiento de las estaciones dedicadas principalmente a los deportes de invierno —que a menudo alteraron los paisajes montañosos de las regiones templadas—. Hoy día la montaña está muy ligada al ocio y a la práctica del deporte, siendo los más comunes el montañismo, la escalada, el trail running, el barranquismo y el esquí, aunque también son habituales los deportes de motor, como las subidas o campeonatos de montaña y muchos recientes deportes de aventura, prácticas que acercan al hombre a la naturaleza menos alterada. Con el auge de la práctica del montañismo, en todo el mundo hay coleccionistas de picos (peakbaggers) que completan ascensos a conjuntos de montañas, como las Siete Cumbres, los 14 ochomiles, los 96 Fourteener, las 100 montañas famosas de Japón, los 128 cuatromiles alpinos, los 129 tresmiles pirenaicos, los 227 Tops munros o los 1554 marilyns.
El pico más alto del mundo es el monte Everest en el Himalaya, con una altitud de 8848 m en relación con el nivel del mar, condición que se conoce desde 1856. Hay más de 1 000 000 montañas en el mundo con nombre,[17] de las que solo 14 superan los 8000 m (con nueve cumbres más secundarias), más de cien los 7000 m —todas en Asia, en las cordilleras del Himalaya, Karakorum, Hindú Kush, Kunlun, Pamir y Tian Shan—, y son más de 110 los seismiles andinos y 82 los cuatromiles alpinos oficiales (con 46 más no oficiales). También destacan los 1524 picos ultraprominentes —prominencia de más de 1500 m— con los mayores desniveles y muchas de las caras más majestuosas, objeto de conquista de escaladores.
De las grandes montañas, la más visitada a pie del mundo es el monte Fuji, que recibe anualmente a más de 300 000 visitantes, seguida del monte Monadnock (965 m), con 125 000; ascienden al Kilimanjaro y al monte Hood (3429 m) más de 25 000 y 20 000 montañeros respectivamente.[18] Otras montañas reciben más afluencia, como el monte Tai (1545 m) —la más sagrada de las montañas taoístas, que si se ascienden sus más de 6600 peldaños, se vive más de 100 años, y a la que se puede llegar por un teleférico—, con una estimación de hasta dos millones de visitantes; el monte Tako (599 m), situado a menos de una hora de Tokio que recibe a dos millones y medio de visitantes y que cuenta con un funicular; el mountain Table (1085 m), atracción turística de Ciudad del Cabo con más de 800 000 visitantes —a la que se llega por un teleférico—; el monte Snowdon (1085 m), el pico más alto de Gales, que recibe más de 600 000 visitantes al año —al que se puede llegar en un tren de cremallera— o el pico Pikes (4303 m) que atrae a más de medio millón de turistas[19] —sede de la Pikes Peak International Hill Climb, una importante competición automovilística, y al que se accede por carretera y por ferrocarril—. Otros muchos picos son lugares de peregrinaciones masivas, como el pico de Adán (2243 m), en Sri Lanka, con más de 5500 escalones, el Croagh Patrick (764 m), en Irlanda, con 100 000 visitantes,[20] o el volcán Hallasan (1950 m), en Corea del Sur.
La Unesco, en 2002, declaró el 11 de diciembre como Día Internacional de las Montañas y, en diciembre de 2019, inscribió la práctica del alpinismo como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.[21] Además, 68 montes, montañas y áreas montañosas han sido declarados también patrimonio de la Humanidad[Nota 5] y 126 biomas de montaña están afectados por algún bien declarado patrimonio inmaterial.[22]